ÉSTO NO ES PARA TODOS
- yesmissv
- Jul 13, 2018
- 3 min read

Ahí les va eso.
Con la novedad de que un amiguito mío me cuenta hoy que una compañera de trabajo de él está ayudándole a su hija a buscar trabajo. Por ahorita la hija se dedica sólo a ser mamá (de tres hermosuras, según la abuela) de tiempo completo; pero como pronto va a crecer el bebé, y los otros dos ya están en primaria, ella ya va tener qué estar encaminada en algo que parezca seguro. Y tiene razón: en esta vida, una nunca sabe (por experiencia se los digo, m’hijitos). Ahora bien. ¿Qué trabajo, empleo o profesión puede dar esa seguridad según esta compañera, que también es maestra? Pues el magisterio, señoras y señores. Ni más ni menos.
La niña en cuestión no es maestra, ni de profesión ni de carrera. Es ingeniero en algo, y como ingeniero ejercía hasta antes de que naciera el bebé. Y, según mamá, ¡claro que tiene un chorro de experiencia! Mamá dice que estuvo dando clases de inglés 2 meses corriditos en prestigiada institución local, aunque como dije arriba, la niña en cuestión no es maestra de profesión, ni de carrera, sino de mientras. O sea, con el bebé, ya no va a poder seguirle de inge. ¿Entonces?
Pos’ de Miss…
Este episodio me hizo acordarme de que hace un tiempecillo, cuando ya estaba yo empezando a agarrar la onda en esto de la maestreada, escuché a una señora tratando de convencer a otra de que alentara a su hija a ser maestra. Le dijo algo así como:
“¡Ay! ¡Sí, mujer! ¡Convéncela! ¿Ella ya habla inglés, no? ¡Ya con eso la hace! Y, si no es dando inglés, cuidando niños en el kinder, ¿no? Total, para recortar y pegar, pos’ cualquiera! ¡Ja, ja, ja! Oye, ¡o las dos! ¡Dando inglés en jardín de niños! En primaria o en secundaria para nada… ¡guácala! Eso es para viejitas… Es más, déjame platicarte que Marcela, con el inglés tuvo, ¿eh? Hizo un examen de no sé qué, se fue a un curso (súper cortito) de quién sabe qué, a no sé dónde, ¡y la contrataron de volada!”.
Muy convincente. Una carrera rápida, más o menos bien pagada (en algunos lugares), y te da algo qué hacer en lo que crecen tus hijos, o mientras te casas…
Ahora bien. No me malinterpretes, por favor: tengo compañeros y amigos que no son maestros de carrera sino contadores, abogados, dentistas, diseñadores, comunicólogos, y un montón de otras cosas, pero se nota en sus ojos, en sus manos, en sus palabras, en sus vidas, que tienen la vocación tan tatuada en el alma como cualquier otro magister (con papeles) comprometido.
O sea, después de chorrocientos años de talachearle diario y con ganas en toda escuela por la que he pasado, a lo que quiero llegar es a lo siguiente: No, mi estimada. No te burles de nuestra chamba. Preparar gente para el presente y el futuro, no es cosa de tres meses de experiencia. Exámenes oficiales, cursos internacionales, Licenciaturas presenciales y en línea, diplomados, entre un montón de cosas más, han hecho de nuestra profesión no sólo el sustento nuestro y de nuestras familias, sino también un desesperante, excitante, valiente y adorable modo de vida, que sólo el que es la Vida sabe cuánto durará.
En este bello quehacer, hay qué entregar el corazón, aunque nuestra labor raramente se aprecie. Hay qué tener mucha paciencia, aunque nos retorzamos de preocupación por la falta de compromiso, atención, o decisión de nuestros (diez mil!) hijos adoptivos. Pero sobre todo, hay qué tener mucho amor por la vocación (que puede durar muchos años), aunque a veces queramos tirar la toalla para siempre y largarnos corriendo (especialmente cuando la carga de trabajo es tal, que hasta pareciera que la vida confabula en nuestra contra...).
Pero más que nada, estimados colegas, hay qué tener mucha fe, porque raramente (o nunca en la vida) veremos los frutos de nuestro trabajo. Pero nadie nos quita de la cabeza y del corazón que hacemos las cosas por convicción y con corazón, y no de mientras.
Hasta aquí.
Miss V.
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