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Y SEGUIRÉ ORANDO...

  • Writer: yesmissv
    yesmissv
  • May 9, 2021
  • 3 min read


¿A dónde se fue la compasión? ¿Dónde está el amor por el otro? ¿En dónde se escondió el respeto por la humanidad de los demás?


Casi todos queremos encontrarlos, pero estamos buscando en los lugares equivocados. Y se nos olvida que no podemos hacerlo solos.


Un día se nos ocurrió sacar al Ser Superior de nuestras vidas, y dudar de Su existencia. Se nos hizo más cómodo ignorar al Eterno que da la vida, y confiar más en la temporalidad terrena de la gente, y en nuestra propia fuerza. Preferimos buscar el bien personal, (casi) egoísta, sin importar a quién pisemos, ignorando el bien común que solo trae el verdadero amor por los demás.


Creímos que orar por los otros (y por nosotros mismos) y desear el bien por los demás (incluso si no se lo merecían) era un signo de debilidad, hecho sólo para los niños, o los ancianos.


Un día dije que iba a orar, y me dijeron persignada y mocha. Un día dije que iba a orar, y me dijeron infantil y crédula. Un día dije que iba a orar, y me dijeron aburrida y vieja.


Ni modo…


Por mi parte, siempre creeré que hay un poder especial en la oración. No es un poder mágico, pues no resuelve las cosas de un día para otro. No tiene nada que ver con lo sobrenatural, pues creo que el que es la Vida es una persona, Padre/Madre, en real existencia, y está tan vivo como siempre. No tiene atribuciones kármicas, pues el objetivo no es convertirnos en vengadores ni justicieros.


Tiene el poder de la sanación personal. De un encuentro íntimo y particular con el que es la Vida. De la paz y el entendimiento.


Un día dije que iba a rezar, y me dijeron que era una cobarde, por enfrentarlo todo rezando. Un día dije que iba a rezar, y me dijeron miedosa, porque las oraciones son palabras vacías que no llegan a ningún lado, porque nadie las escucha. Un día dije que iba a rezar, y me dijeron que hasta que no perdiera algo, o a alguien, entendería.


Ni modo…


Por ahora, orar por ti, que te quedas aquí, es lo único que puedo hacer, aun cuando no has pedido ni mi ayuda, ni mis oraciones porque tal vez ni me conozcas. Orar por ti, que permanecerás aquí, es lo que quiero hacer porque el desasosiego y el dolor en tu corazón sean finitos. Orar por quien se fue de ti, pero mayormente por ti que continuarás aquí, intenta ser un acto de afecto que, aunque mínimo, no pretende ser ni el único, ni el más sentido, ni el más importante. Pero entre mis muchas otras luchas y clamores, actuales y venideros, es el más puro que puedo ofrecerte.


Por ahora, orar por ti, querido niño, que trascendiste en el camino, y que dejas atrás tanto dolor, resultado del amor que sentían por ti quienes te quisieron tanto, es una manifestación de mi cariño por ti, de quien fui maestra, amiga, y en algún momento, pareja de baile.


Hasta pronto, querido niño.


Ciertamente quienes te aman con todo su corazón, y hasta quienes te conocimos brevemente, todos… todos nos volveremos a ver. Cuando tengamos la fortuna de trascender de este mundo a la casa del Padre. Allí, en donde, para quienes así creemos, estás gozando ya de la paz y la alegría que se merecen las personas que, como tú, han amado, que han sabido hallar la compasión, que han sabido descubrir el amor por el otro, y que han sabido encontrar el respeto por la humanidad de los demás.


Hasta pronto, querido niño.

Hasta pronto...


Con amor,

Miss V.

 
 
 

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