Y AHORA... ¿QUÉ SIGUE?

Querido antepasado, abuelo y abuela, padre y madre.

Te honro, te respeto, te escucho. Eres parte de mi vida. Soy tu sangre. Nuestros corazones laten de amor el uno por el otro. Honro tus palabras, tus conocimientos, y tu ejemplo. Reconozco en mi actuar, tus viejas conductas dominantes, y tus celosos preceptos de antaño. Estás en la cima de mi clan y por eso te dignifico.

Tus palabras y tus opiniones son inapreciables, pero ya no debes forzarlos en mí. Ya no es necesario. Hoy, te pido que dejes que mis palabras y mis obras también hagan eco en mi propia existencia. Déjame navegar la barca de mi historia en mis propios términos. Ciertamente, la brújula de tus consejos es importante para mí, pero tus recomendaciones ya no son absolutas ni únicas. Deja que me equivoque y aprenda, que me caiga y me levante, que me crezca y me disminuya.

Abrázame con el corazón, pero no insistas en llevarme de la mano para evitarme penas, o amortiguar mis caídas. Ya no debes hacerlo. Ya no puedes hacerlo. Ya no lo quiero así. Ya no es tu responsabilidad. Aunque para tus ojos sigo siendo, o pareciendo, una chiquilla, dame la libertad de convertirme y ser adulto, y caminar mi propio camino.

Te amo siempre, pero no tomes como una afrenta si te digo que no te necesito siempre. Estás en mi corazón y mis obras son un reflejo de las tuyas, porque me las inculcaste, y yo las adopté: primero por necesidad, y luego por convicción. Pero hoy, permite que desarrolle mi propio actuar, mi propio sentir, mi propio ser, mi propio yo.

Y de esa manera, le pido al que es la Vida, que me ayude a abrigar con el pensamiento, y a deducir con el corazón, que ya he transitado a la prominencia en la que estás tú, y entonces deba dejar que los renuevos de mi sangre se equivoquen y aprendan, se caigan y se levanten, se crezcan y se disminuyan. Y que a la postre, entienda que mi deber será llevarlos en mi corazón, no de la mano, toda mi vida; y que, así con el mismo deber, el mismo amor, y el mismo dolor que sientes tú por mí, debo dejarlos convertirse en seres completos, sin las ataduras chantajistas de su clan.

Y que sanamente comprendamos que aunque nos amemos siempre, sabiamente entendamos que no nos necesitamos siempre.

Querido antepasado: te honro, te respeto, te escucho.

Te agradezco.

Te amo.

Miss V.