Resulta que ya van muchos días que sufro la falta de luz constante en la casa donde vivo. A causa, quizá, de fallas crecientes en un edificio viejo, descuidado, y mal amado.
Creo que esta energía mundanal sabe que la necesito tanto que está empezando a fastidiarse. Va y viene cuando se le pega la gana. Se va y regresa a placer. Y ha habido períodos, como estos últimos, que se burla de mí, yéndose por días enteros. Al día de ayer, más de siete.
No sé si será mi obvio desapego, o el fiero desamor que tengo por la casa en donde estoy ahora, que provoca que, cuando más confianza pongo en la luz, ésta me abandona más pronto y por más tiempo.
También ocurre que ya van muchos días que sufro la falta de luz constante en mi voluntad. A causa, quizá, de fallas crecientes en un ánimo moribundo, enmarañado, y mal ponderado.
Creo que esta energía espiritual sabe que la condiciono tanto que está empezando a inquietarse. Va y viene cuando se le pega la gana. Se va y regresa a placer. Y ha habido períodos, como estos últimos, que se burla de mí, yéndose por días enteros. Al día de hoy, muchos más de siete.
No sé si será mi implacable deseo, o el feroz control que, por naturaleza, siempre le he impuesto la vida en donde estoy ahora, que provoca que, cuando más dominio pongo en la luz, ésta me abandona más pronto y por más tiempo.
La mujer con el nombre de diosa romana, me dijo que, a falta de fe (y exceso de control) me estoy amarrando a lo que creo que puedo resolver sola, pero que no me toca hacer a mí. O sea, quiero resolver la falta de luz en mis propios términos. No debo permanecer inmóvil. De acuerdo... Pero también le toca al que es la Vida hacer su parte, y tengo qué permitírselo, no exigírselo.
La mujer con el nombre de devota oración, me dijo que, la falta de confianza (y el exceso de comodidad) me están apegando a lo que creo que otros tienen qué resolver por mi, pero que me toca hacer a mí. O sea, quiero resolver mi falta de luz en mis propios tiempos. Debo trabajar en ello. De acuerdo... Pero debo permitir al que es la Vida actuar de acuerdo lo que necesito, no a lo que demando.
Total que, según ellas, debo confiar.
Abandonarse al flujo de luz de la vida cuando por tanto tiempo he controlado cada paso dado, cada movimiento hecho, o cada palabra dicha, es una hazaña a la que aventurarme me saca de mi zona de comodidad; porque dejar ir, me hace sentirme insegura y dudosa. Porque me hace sentir en la oscuridad, donde me acomodo inmóvil, tibia, sin sobresaltos.
Abandonarse al aprendizaje de la vida cuando por tanto tiempo he controlado cada lección dada, cada historia contada, o cada palabra dicha, es una hazaña a la que me da miedo aventurarme, porque dejar ir, me hace sentirme insegura y dudosa. Porque me hace sentir que hay una luz de esperanza final de un túnel, que me desacomoda, me hace arder, me sobresalta.
El que es la Vida, indiscutiblemente, también es Luz, y perseguir sus pasos como Guía, y confiar el tesoro de mi esperanza en sus manos, es la decisión más inteligente que puedo tomar.
El que es Luz, indiscutiblemente, también es la Vida, y confiarle los pasos de mi Vida y conferir el mérito de su mano en mis buenas elecciones, es el paso más esperanzador que puedo dar.
Siempre hay luz.
Siempre.
Con esperanza,
Miss V.
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