NO PUDE CONOCERTE, PERO SÍ PUDE AMARTE
- yesmissv
- Nov 28, 2019
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Los deseos, los planes, o las ideas que uno va previendo desde antes que ocurran, son, en muchas ocasiones, un bálsamo que ayuda a atravesar los espinosos caminos de nuestra historia. Una pasada visualización del futuro ayuda a sobrellevar el peso con mayor entereza y vigor, pues la idea que tenemos de una vida futura, llena de complacencias y vacía de desdichas, en muchos momentos, contrasta terriblemente con las crudas experiencias por la que atravesamos hoy.
Pero, cuando los deseos, los planes, o las ideas que empezaban a tomar forma no solo en nuestros anhelos, sino en nuestros cuerpos, se truncan de un modo por demás doloroso, una luz, tal vez la de la esperanza, se apaga momentáneamente, y nos deja en un lugar tan oscuro, que nos deja inmóviles, sin saber hacia dónde ir.
Es ese momento tan febril, cuando quisiéramos que alguien guardara silencio con nosotros, que aunara su corazón con el nuestro, y que nos tomara de las manos, sabiendo que así nos toman también el corazón. Porque todos lo necesitamos en algún momento, pero que no todos sabemos cómo hacerlo.
O cómo recibirlo.
Porque, cuando queremos más caricias con el corazón y menos enseñanzas con las palabras, siempre llega alguien con buenas intenciones que, proponiéndoselo, busca darnos una lección no pedida; agria, incluso; repitiendo expresiones ya dichas, de cómo las cosas pasan por algo, de cómo los caminos de Dios son perfectos, de cómo ya hay un “angelito que nos cuida desde el cielo”, y que manifiesta, casi a gritos, que estamos rodeados de gente a la que le ha ido peor, y que eso también hay qué agradecerlo…
Gracias por tus intenciones. Seguramente son de corazón. Pero reconozco la proyección de tus palabras.
Pero, cuando queremos más caricias con el corazón y menos enseñanzas con las palabras, siempre llega alguien con buenas intenciones que, sin buscarlo, nos deja sabiduría, siempre necesaria; dulce, incluso; repitiendo comunicaciones ya hechas, como una mirada de apoyo mudo, como una oración al que es la Vida por nuestra causa, como un reconocimiento por lo que pudo haber sido, pero no se ha ido, y que manifiesta, con suave silencio, que estamos rodeados de gente que nos escucha, y eso también hay qué atesorarlo…
Gracias por tu acompañamiento. Indudablemente es de corazón. Y recibo el bálsamo de tu presencia.
Sin embargo, cuando ni las palabras dichas, ni los abrazos, son portadores de toda la paz física que quisiera hacerte llegar, lo mejor que puedo hacer es desbordarlas en el papel. Pero principalmente, debo callar y elevar mis plegarias, silentes y anónimas, pero de corazón, al que es la Vida, por ti. Como un acto de amor y consideración por tu sufrimiento, para que, si es posible, traigan un poco de la paz espiritual que anhelas, que sirva para ser un pequeño bálsamo, tal vez insuficiente, para el gran dolor por el que hoy atraviesas.
Y ruego al que es la Vida.
Para que no pierdas la esperanza, aun a la luz de las dolorosas circunstancias. Para que la luz de tus anhelos siga brillando, incluso en la oscuridad de tu pérdida. Para que la oscuridad de tu quebranto te inspire a aumentar tu deseo por la vida. Para que tu deseo de amar sea la fuente de tu valentía. Para que la fuente de sentimientos que se desbordan de tu corazón y se agolpan en tu garganta, sean la esperanza de un futuro dulce y prometedor. Para que no pierdas la esperanza, aun a la luz de las dolorosas circunstancias.
Y pido al que es el Universo.
Que Dios Padre y Madre sepa darte la fuerza y la sabiduría para aceptar que esa vida apenas comenzada, fue un mensajero de amor para ti, al haberte elegido, sin duda con mucho amor, para que fueras el medio para su inmediato regreso a la casa del que es la Vida. A los que estamos a tu alrededor, sólo nos queda tratar de aliviar un dolor, tan ajeno como propio, con discursos inanes a veces inoportunos; o con abrazos, a veces inanes, a veces reparadores.
Pero a ti te toca seguir amando con las memorias, y perpetuando en el corazón, el efímero, pero hermoso paso por este lugar, de una vida apenas gestada, a la que no pudiste tocar, pero sí sentir; no pudiste ver, pero sí imaginar; no pudiste conocer, pero sí amar.
Con amor,
Miss V.
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