LA VIDA ES COMO EL "TETRIS"
- yesmissv
- Jul 18, 2018
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Hace unos dos años, aproximadamente, cuando tenía intercambios filosóficos y triviales con un amigo al que quería (y todavía quiero) mucho, pero con el que ya no intercambio tantas filosofías, ni trivialidades, como antes, le hacía esta profundísima analogía: la vida es como un "tetris". Y me pregunta "¿Cómo que como un "tetris"? ¿Cómo el juego, dices?" Sí, señor. Como el juego, digo…
Y le di esta explicación breve, personal, y hasta cierto punto, algo trivial: la vida te va lanzando piezas que se van acomodando casi de manera natural (aquí, hacer movimientos con las manos que asemejen piezas de "tetris" acomodándose…) El objetivo es que se completen tantas líneas abajo (que equivalen a las lecciones aprendidas y a las luchas ganadas) como sea posible, para que puedas moverte a lo que sigue en el juego (o sea, en tu biografía).
Si han jugado el mentado "tetris", habrán notado que al principio, dicho juego es, creo yo, algo tedioso. Pero se va volviendo adictivo. Primero, las piezas que bajan, son las que necesitas. Todas hermosas y útiles. Poco más o menos predecibles. Bajan despacio, y casi amorosamente. Después, cuando crees que ya tienes el juego dominado, se van acumulando piezas enojosamente, y van bajando otras que no necesitas, pero que deben encontrar cabida en los huecos que hay abajo. Y a medida que pasa el tiempo, cada fragmento va bajando más rápido; o tiene la misma forma, una y otra vez; o no encuentra su acomodo. A veces nunca llega la pieza que quieres. Y, una de dos: o terminas por hallarle el modo al jueguito, o por abandonarlo.
Mi vida, damas y caballeros, como la de muchos otros (no me creo única), ha sido un "tetris" competido al extremo de mis fuerzas y limitaciones: a veces bien jugado; otras veces medianamente brincado; y otras tantas, perdido al punto de la desesperación.
En todas las ocasiones, sin embargo, las piezas bajan de maneras inesperadas: por casualidad, las que necesito; por azar, las que quiero; por suerte, las que adivino. Y en muchas ocasiones, ninguna de las anteriores.
Sin embargo, con el devenir de los tiempos, y en espontánea introspección, doloroso aprendizaje, e inevitable (pero bello) crecimiento interior, me he dado cuenta de una cosa: efectivamente la vida es como un "tetris", pero yo debo tener el control del juego, tanto como me sea posible. Debo utilizar sabiamente (o en el peor de los casos, espontáneamente) los botones del juego, e intentar poner las piezas en su lugar, porque solas, no van a acomodarse. Debo hacer uso de todas las piezas que van cayendo, cada vez más rápido, porque no sé cuándo pueda llegar otra vez la pieza que preciso. Debo intentar tener un plan de juego, pero estar abierta y darle acomodo, y rápida superación, a las piezas que no esperaba, porque son las que me sacan de mi zona de confort.
Y son éstas últimas piezas, las inesperadas, las nuevas, las que me sacan de mi zona de confort, las que me impulsan a cambiar la estrategia cada vez que así se requiere. Jugar "tetris" de una sola manera, así como vivir la vida de un solo modo, no sólo es insufrible. Es imposible.
Hoy, me gustaría volver a tener intercambios, ya filosóficos, ya triviales, con ese amigo al que quería (y todavía quiero) mucho, pero con el que ya no intercambio tantas filosofías, ni trivialidades, como antes (¡como que él mismo es una de esas piezas repetidas del "tetris" de mi existencia!).
Pero ahora, me gustaría decirle: "Sí, señor. Como el juego, digo. El juego cuyas piezas me llueven de las más aleatorias de las maneras, pero que acepto entregada y valerosa, porque aunque no pueda controlar cuál pieza recibir, si puedo controlar cómo recibirla…"
Miss V.
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