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FELICÍTAME, SI QUIERES

  • Writer: yesmissv
    yesmissv
  • Mar 8, 2022
  • 3 min read

“¡Feliz día, de la mujer!”.


Seguramente así comenzó el Día Internacional de la Mujer para muchas de nosotras. Sobre todo, las que gozamos de las mieles de la “vida pública” y conocemos cualquier cantidad de personas de antes, de ahora, y de siempre.


Como maestra, mamá, y otros papeles de los que diariamente tomo parte en la vida, hasta ahora, he recibido muchas. De otras mujeres. De muchos hombres.


No me significa ningún inconveniente, y, por el contrario, es un orgullo para mí, conmemorar la lucha centenaria de las mujeres que vinieron antes que yo, de las que han luchado por mí hoy, y de las mujeres que vienen después de mí. Al contrario, la honro. La aplaudo. Sin embargo, esta fecha no es una que requiera de una felicitación, como mi cumpleaños, o como el día de las madres (y aún en estos días, ni siquiera las mamás o las cumpleañeras estamos en calma, sino preparando la comida para todos)…


Porque, ¿qué causa esta fecha? ¿alegría o enojo? ¿orgullo o molestia? ¿empatía o antipatía? ¿O todas las anteriores? Si voy a utilizar esta única fecha como pretexto para no ir a trabajar, o para denunciar la desigualdad, la inconformidad, o el sexismo, entonces ¿cuál es el punto? ¿Por qué sólo hoy? Y, si voy a utilizar esta única fecha como pretexto para ser luchadora, o para manifestar mi indolencia ante las injusticias de las que hemos sido víctimas, entonces ¿cuál es el propósito? ¿Por qué sólo hoy?


O sea, ¿para qué tener un día sólo para ser una guerrera, cuando mi deber y mi lucha deben darse todos los días, en todos los lugares, y con todas mis acciones? Todo esto lo sé ahora. Todo esto lo fui aprendiendo, a veces a la mala, porque a veces, ni siquiera nuestros papás o mamás que nos quieren tanto, vieron una situación de alarma o de invisibilidad, en la que ellos o ellas estaban inmersos, y en las que nos hundieron con ellos y ellas.


Por favor, no me malentiendas. Mi papá y mi mamá, con la enseñanza que ellos a su vez recibieron de sus respectivos papás y mamás, me enseñaron que, a toda felicitación, debo contestar “gracias”. Y, aún a mi edad, y por mi generación, seguramente iré aprendiendo mucho más con el paso del tiempo.


Felicítame, si así lo sientes tú. Y yo recibiré y agradeceré tus felicitaciones con el corazón. No porque así me lo enseñaron. Sino porque quiero.


Porque, seguramente, la domesticación que recibiste de tu tribu, y ellos a su vez de la suya, te han moldeado de una manera diferente a la mía.


Porque, probablemente, no has experimentado el deseo de luchar por ti mismo o misma, ni por nadie. Y esa es, de muchas maneras, una bendición.


Porque, tal vez, no sabes qué decirme, y esa sea tu manera de hacerme fuerte en mi lucha, y este sea el principio de tu propio cambio, o de tu propia batalla, cuando se trate de felicitarme hoy.


Porque, ciertamente, no es correcto molestarme porque los demás no conocen todavía la magnitud, o el significado de la fecha en cuestión, y es mi deber explicar que no es una fiesta.


Porque, hasta hace poco, yo tampoco sabía que se debía conmemorar, no festejar.


Y aún con todo lo anterior, no voy ni a intentar predicar, ni a buscar transformarte, ni a lavarte el cerebro con discursos, escritos o chantajes. Comprendo que tu domesticación y la mía, tus vivencias y las mías, tus alegrías y las mías, son distintas, pero no por ello menos importantes, o enriquecedoras.


Felicítame, si así lo sientes tú. Pero no te detengas sólo en la felicitación, sino asegúrate de avanzar en la lucha (mi lucha) por la igualdad y la equidad.


Ciertamente, el movimiento de mujeres necesita más hombres (y más mujeres) que lo apoyen y lo reconozcan. Pero nosotras necesitamos el respaldo, la búsqueda (y el encuentro) de la equidad, y la igualdad, y no sólo la felicitación, por haber nacido mujeres, y ser "las criaturas más bellas de la creación"...


Porque el objetivo de este día no es cortar cabezas, o irme directamente contra tu yugular. Es crear discusiones, agitación, y (esperanzadoramente) alianzas, en torno al tema en cuestión.


Seguramente, como cada año, habrá mujeres agrupándose en huelgas, protestas y otras acciones. ¡Bien por esas mujeres valientes! Pero lo que hacemos a nivel personal, también cuenta mucho. Porque es preferible ser cordial y, acto seguido, manifestar de manera agradecida (sin actitud de guerrillera con aires de conspicua) que la fecha en cuestión no se festeja.


Se conmemora.


Aunque desconocemos la honestidad, el trasfondo, o la historia de las felicitaciones que recibimos, todas ellas deben ser generadores de cambio, transformadoras de ideologías, creadoras de verdad.


Felicítame, si así lo sientes tú.

Y mi respuesta siempre será: “Gracias. Pero no te detengas sólo en la felicitación, sino asegúrate de avanzar en la lucha (mi lucha) por la igualdad y la equidad.”


Con fuerza,

Miss V.

 
 
 

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