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¿FELICITAR, O NO FELICITAR? ESA ES LA CUESTIÓN

Writer's picture: yesmissvyesmissv


Ya no es nuevo para casi nadie, por lo menos para casi nadie que venga manejando por lo menos UNA red social, que cada año, el 8 de marzo, conmemoramos, sin que éste sea la excepción, el Día Internacional de la Mujer. Aquél que se haya dado a la tarea de investigar sus orígenes, comprenderá entonces que esta conmemoración, sin embargo, no es una celebración alegre. Las raíces históricas de este aniversario, cada vez más visible, son aquella tragedia en la industria textil que trajo consigo una más cercana observación a los derechos laborales de las mujeres.


Aunque se han tardado en acercarse…


Por ello, este es un día de relevancia mundial que apunta a reconocer los (todavía muy ignorados) logros sociales, culturales, económicos, y políticos de las mujeres. El día también marca un hito de llamado a la acción para acelerar, cada vez más, la paridad de género, en los rubros antes mencionados. O sea, en este día no sólo reconocemos, aplaudimos y engrandecemos las conquistas histórico-mundiales de las mujeres, sino que también destacamos las feroces pugnas, aún en marcha, por la equidad, y por la necesidad de un avance y labor continuos, en nuestro entorno y más allá.


Pero, ¿qué creen? Ya me vi.


Mañana, como cada 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, sé que estaré recibiendo felicitaciones. Algunas rallarán en lo genérico. otras en lo ridículo.


El año pasado, recibí varias postales como esta:




Otras tantas decían algo así:




Algo cargados de pretendido reconocimiento, pero con un trasfondo que intenta (mas no logra) ser apapachador, mensajes como los de arriba, sé que no se harán esperar mañana. Como cada año, desde la primera felicitación que recibí, hace muchos años ya.


Aunque el resto del año, quienes me feliciten, sean hombres o mujeres, me exploten, me hostiguen, o me ignoren completamente.


En otras ocasiones he recibido flores, paletas, y hasta tacos. Todos ellos, amable como soy, los agradecí desde el corazón. Sobre todo los tacos. Por favor, no me malentiendas. Mi papá y mi mamá, con la enseñanza que ellos a su vez recibieron de sus respectivos papás y mamás, me enseñaron que, a toda felicitación, y a todo regalo recibido, debo contestar “gracias”. Y, aún a mi edad, y por mi generación, seguramente iré aprendiendo mucho más con el paso del tiempo.


En todas estas variadas felicitaciones y regalitos misceláneos, no había nada de malo. Las estampas, las flores y los tacos, eran todas cándidas ofrendas celebratorias. Hace muchos años, cuando no todas sabíamos con certeza de que se trataba esta conmemoración, recibí de manera emotiva dichos regalitos, mismos que llevaban tintes glorificadores y encumbradores.


Pero hoy, después de tantos años de conmemorar “la causa” por falta de un nombre mejor, y haciendo uso de la palabra en esta patética apología, aunque no me molesta completamente que me feliciten, tampoco me encanta que me sigan mandando mensajes como los de arriba. Y, después de una felicitación por el día en cuestión, tampoco me le dejo ir a la yugular al individuo felicitador, como muchas otras mujeres lo han hecho, y de lo que he sido testigo.


También me pongo en el lugar del felicitador, mismo en el que yo estuve alguna vez: el de la ignorancia del conocimiento del trasfondo de la conmemoración. Pero después de tantos años, es ya casi imperdonable que sigan usando la vieja y deslustrada máxima en la que indican que somos “las criaturas más bellas de la creación por el simple hecho de ser mujeres…”


Ciertamente, hoy por hoy toda ideología se polariza, y no hay términos medios en casi nada. Para la gente progresista resulta fastidioso recibir felicitaciones, sobre todo en un día como éste, en el que, obviamente para ellos, debe portarse el luto y la lucha, continuada desde el corazón de nuestras hermanas mayores. Para las personas más conservadoras resulta pertinente desear parabienes, sobre todo en un día como éste, en el que, obviamente para ellos, debe reconocerse la hermosura de las mujeres, perpetuada desde la razón de nuestros extraviados antepasados.


El objetivo tampoco es cortar cabezas a diestra y siniestra, o irse con todo, como dije antes, a la yugular del felicitador. El objetivo es crear discusiones, agitación, y (esperanzadoramente) alianzas, en torno al tema en cuestión.


Si quieres, y si así lo sientes tú, con toda honestidad, felicítame. Regálame flores, paletas y tacos. Pero sábete que las felicitaciones invisibilizan las desigualdades que vivimos casi todas las mujeres, desde hace mucho tiempo.


Si quieres, y si así lo sientes tú, con toda honestidad, felicítame. Y yo recibiré y agradeceré tus felicitaciones. Pero sábete que las felicitaciones frivolizan la lucha de tantas generaciones de mujeres.


Si quieres, y si así lo sientes tú, con toda honestidad, felicítame. Y mi respuesta siempre será: “Gracias. Pero no te detengas sólo en la felicitación, sino asegúrate de avanzar en la lucha (nuestra lucha) por la igualdad y la equidad.”


Finalmente, ser feliz no está de más.


Pero más feliz será el día en el que no falte ninguna.

 

Con fuerza,

Miss V.



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