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EL INCONVENIENTE DE DECIDIR

  • Writer: yesmissv
    yesmissv
  • Jun 12, 2019
  • 3 min read

¿Sí? ¿O no...?

Estos días, me he sentido puesta a prueba de manera más periódica que nunca. Un plan, seguramente, del que es la Vida, animándome a moverme de mi tibio agujero de la inacción, porque seguramente, puedo hacerlo. Aunque no tenga muchas ganas…


Sin embargo, no hay nada que me sacuda más en estos momentos de la comodidad que me ha dado la conformidad, que tener qué tomar decisiones. Hoy, me siento como el perro al que le ofrecen comida en dos puños cerrados. Y el perro, cándidamente, elije el puño donde había una sola croqueta, y no el otro puño, donde había un montón de croquetas más.


De la que se perdió el muy tonto.


¿Eligió mal? ¿Era lo que “le tocaba” elegir? ¿Lo indujeron a elegir ese puño, y no el otro? ¿De verdad fue por tonto? Y, si tenía las dos opciones frente a él, ¿por qué no eligió la otra mano? Es la “catafixia” de la vida real: lo quiero todo, pero también puedo perderlo todo, y arrepentirme mucho tiempo después de mi decisión. O también podría ganarlo todo. ¿Cómo saber?


Yo, como el perro, veo los dos puños y babeo ante el prospecto de lo que habrá adentro del puño que tengo proyectado. Pero también yo, como yo misma, estoy atascada mirando un puño y luego otro, eligiendo instintivamente no elegir, viendo cómo los demás elijen, se equivocan, vuelven a intentar eligiendo de nuevo, y crecen, irremediablemente, ante mis ojos.


Necesito sentir (como cualquier otro mortal, creo yo) que tengo control de mi futuro. La incertidumbre es una infame mentora, y no tiene buena relación con los deseos de mi cerebro, ni con las ideas de mi corazón.


Lo que me lleva a preguntarme: ¿Soy dueña absoluta de las circunstancias de mi vida, y las decisiones hechas son parte aguas no planeados de mis subsecuentes acciones y futuras decisiones? O acaso, ¿ya está todo escrito, y en realidad las decisiones tomadas son siempre las correctas, porque así tenía qué suceder?


La elección es cambio, y yo, en una catarsis anterior, había dicho que me daba miedo el cambio. Que me arrojaba a él, muy envalentonada, efectivamente. Pero muerta de pánico. Pues, no importa la decisión que tome, me pasa siempre: creativa como soy, mi propia imaginación se vuelve contra mí, y empiezo a fabricar en mi mentecilla todos los diferentes escenarios.


Ahora bien. ¿El cambio no es muchas veces provocado por el miedo? ¿Las decisiones, buenas o malas, no nos llevan siempre a un claro, después de un momento de oscuridad? ¿No volteamos siempre atrás y decimos: “qué bueno que elegí verde y no azul”? Y si elegí lo que elegí, ¿no he sido siempre una consentida del que es la vida, e indudablemente me llevará al claro, ése al que quiero llegar?


Ciertamente, necesito sentir (como cualquier otro mortal, supongo yo) que tengo control de mi futuro. La incertidumbre es una infame mentora, y no tiene buena relación con los deseos de mi cerebro, ni con las ideas de mi corazón. Pero como siempre, por mí primero, y por los que amo después, deberé comprender que ganar y perder, son ambos parte del juego que juego cada día, a veces contra mí misma.


Pero como siempre, seré fiel a mi identidad, sin desdeñar la diversidad de mi entorno. Me apegaré a mi credo, sin menospreciar las ideologías de mi tiempo. Escucharé las palabras con las que mis miedos me atormentan, sin dejar de discernir al más puro estilo de Íñigo, dejándome tocar el corazón (con la candidez del perro que no supo, pero intentó elegir) por el que es la Vida.


Con esperanza,

Miss V.

 
 
 

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