EL FINAL SE ACERCA

"¿Por qué no me quedo...?"

No, amigos. La siguiente catarsis no es una premonición apocalíptica, ni nada de eso. Es otra limpia mental que estoy haciendo para ayudarme a mí misma a prepararme para lo que irremediablemente se avecina en una semana, más o menos. Abandonar, con conocimiento de causa, y con el corazón hecho pasita, un lugar que amé (y aún amo) tanto, y en el que fui (y soy todavía) inmensamente feliz.

Un manifiesto que escribí anteriormente hablaba del miedo que me da cambiar. Es cierto: estoy, aquí y ahora, tan llena de incertidumbre que estoy muerta de miedo.

Más aún cuando los continuos “¿Por qué no te quedas, Vero?”, o los, “Miss, ¡quédate!”, no hacen más que abonar a dos cosas:

La primera, a sentir que el corazón se hincha con la altivez que resulta de cuando le endulzan a uno el oído; y se hincha tanto que no me cabe en el pecho (y eso es mucho decir), y se me sale por los ojos en forma de sendas lágrimas de agradecimiento y tormento, conjugados.

La segunda, a sentir la dicha de saberme tan querida en un lugar que supo corresponder al amor que le di por casi doce años, que por instantes me hace dudar si irme es la mejor elección, sin que esto me signifique un punzante, pero esperanzador, dilema.

Mi oficio me ha permitido trabajar en varios lugares, algunos de los cuales he dejado (casi como fugándome), con la firme promesa de no regresar nunca.

Esos, seguramente, eran espacios que no amé como se lo merecían.

En otros lugares me han invitado, después de muchos años, a no pertenecer a sus filas laborales. Y con el corazón roto, tuve que aceptar dicha invitación, dándome cuenta (a la larga) que no necesariamente estamos hechos para envejecer con ellos.

Ésos, seguramente, eran espacios que no amé como me lo merecía yo.

Pero no quiero sonar mordaz…

Estoy segura, que La Vida me va dando, aunque no lo reconozca de manera inmediata, lo que voy necesitando. Y también me va empujando a salir de lugares que, aunque profundamente amados, ya no aportan a mi evolución. O que me empujan a crecer en otros suelos, respirando otros aires; con otras personas, estrechando otras manos; con otras ideologías, persiguiendo otros sueños…

Quiero que este momento sea un parte aguas para mí, que dé lugar a un nuevo proyecto; pero que también sea un impulso para seguir creyendo que la Vida se me acomoda a mí, y a todos, de la manera más conveniente y hermosa.

Es verdad: estoy, aquí y ahora, tan llena de esperanza, que estoy renovada de determinación.

Quién sabe qué me depare el destino. Trillado como suena, la vida da tantas vueltas que, quién sabe en dónde me vaya a alcanzar después, o si vaya siquiera a regresar al lugar al que tanto amo, del que tanto me está costando despedirme, pero del que guardaré siempre hermosos recuerdos en el corazón de mis memorias.

Hasta pronto, amigos.

¡Nos vemos en el camino!

Con cariño,

Miss V.