AMIGOS. NO MÁS...
- yesmissv
- Jul 13, 2023
- 3 min read

Creo que empecé a quererte casi desde que te conocí, aunque estaba casi segura de que ni siquiera sabías que yo existía.
Sin embargo, también creo que si hubiéramos sido hechos el uno para el otro, ya la vida se habría encargado de juntar nuestras vidas, desde hace mucho, de manera más afectuosa y profunda.
Somos amigos, ciertamente. Y, en muchas ocasiones nos hemos compartido nuestras cuitas, nuestros pensamientos, y nuestros planes. He puesto oídos atentos a tus problemas de amores (que han sido más frecuentes y novelescos que los míos). He sido hombro para tus apesadumbradas cargas (que han sido casi tan pesadas y caprichosas como las mías). He ayudado a cargar tu saturado corazón (que ha sido más golpeado y desengañado que el mío).
Pensé que por el hecho de no haberte casado nunca, y que me hubiera tocado encontrarte en ese entonces, era porque quizá, y sólo quizá, de alguna manera estabas destinado para mí.
No me duele tu falta de cariño romántico para mí. Con toda honestidad lo digo.
No estás obligado a quererme. Ni yo a ti.
Pero sí llega a calar tu indiferencia, tan cordial, con tanta confianza. Tan amistosa.
Porque sólo somos eso. Amigos. No más.
Te confieso que, aun sabiendo en donde estoy situada en el aquí y el ahora de nuestras vidas cuasi-ligadas, me emociona ver mensajes con tu nombre en mi teléfono. Pero luego, descubro que son cuestiones laborales, favores, o simples saludos. Nada personal. Nada exclusivo para mí...
A raíz del resquebrajamiento en el corazón que me trajo mi repentina viudez, y una segunda relación con un notable individuo de mi historia, creo que me hoy más que nunca, me apego al viejo refrán que reza: “busco trabajo (en este caso, amor), rogando a Dios no encontrarlo”.
Mis visitas a tu casa fueron siempre visitas amistosas, sin ningún interés carnal de por medio. Ni yo lo quería, ni tú lo buscabas. No se nos ocurrió, jamás, que podría haber ocurrido. Aun cuando los abrazos duraban más del tiempo que dura un abrazo meramente fraternal. La música, el vino y la cena no fueron jamás el marco de un retrato doméstico ideal, porque no estábamos destinados a estar en la misma fotografía emocional.
Sin embargo, creo que, por nuestras respectivas anécdotas sentimentales, ambas con sus concernientes dejos de dolor, cada uno impulsó al otro a permanecer en esa zona, de la que todos hemos intentado huir, pero de la que, en realidad, no muchos deseamos escapar.
En las miradas que había entre los dos, seguidas de una especie de sonrisas de complicidad, se sobreentendía que no queríamos arruinar esta mutuamente-devota relación hablando de una posible afinidad carnal que podría, o no, existir entre los dos. O quizá, por el miedo a ser rechazados, o a destruir esta dependencia platónica, esperábamos que el otro diera el primer paso…
La soledad es una acompañante sagaz, y, viviendo en un mundo tan afanado en sobrevivir, más que en vivir, cada acción que no abona al corazón nos distrae del hecho de que, en realidad, somos dos almas (aunque completas) solitarias y, hasta cierto punto, egoístas.
Quiero que sepas que, a pesar de no tener tu cariño como no sé si me gustaría tenerlo, o como sí me hubiera gustado tenerlo hace años, no me siento sola, abandonada, o derrotada. Me aferro a ti, o mejor dicho, a la idea de ti, porque reflejas muchas particularidades de mi propia soledad; porque proyectas muchas peculiaridades de mi propio auto destierro; o porque te apareces en mis pensamientos más veces de las que quiero que aparezcas.
A pesar de la lejanía/proximidad de nuestros corazones, no quiero perder lo que hay entre nosotros, aunque lo que haya no sea nada. O lo sea todo.
Sin embargo, también creo que si hubiéramos sido hechos el uno para el otro, ya la vida se habría encargado de juntar nuestras vidas, desde hace mucho, de manera más afectiva. Menos amistosa.
Porque sólo somos eso. Amigos. No más.
Y así estoy bien.
Tu amiga,
Miss V.
Comments