AMIG@S o AMISTADES...
- yesmissv

- Aug 29
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En una telenovela cuya trama se sitúa en los albores de siglo XX, y que veo cada vez que tengo ganas, no sólo por la dramática trama sino por la belleza de los actores y actrices, entre los dimes y diretes, culpas, acusaciones, cartas reveladoras y mucho más, la antagonista, mujer hermosa pero cruel y frívola, y también hermana de la protagonista, muere dramáticamente al caerse de un caballo y golpearse la espalda en una piedra. Una verdadera tragedia.
Para no hacerte el cuento largo, durante todo ese capítulo se corrió la voz del fallecimiento de esta mujer tan joven y bella que, además, estaba aparentemente embarazada. Durante su velorio en la importante hacienda azucarera de su atractivo esposo, la madre de éste, otra mujer tan hermosa como fría, le dijo con bastante indiferencia a su hijo que lo ideal sería informar del deceso de su joven esposa a todas sus “amistades”. “No, mamá”, contestó el reciente viudo. “Que sea algo entre nosotros. Lo prefiero”.
Bueno.
Entonces, las “amistades” nunca supieron, porque nadie les avisó, ya que no había redes sociales en aquel tiempo contextual (ni siquiera en el tiempo en el que la telenovela se grabó) que la pobre mujer había pasado a mejor vida, y que su muerte había sido, además, dolorosísima. Destino obvio de todas las personas malvadas en casi todas las buenas telenovelas que se precien.
Es cierto que hay gente más reservada que otra, pero ¿por qué no comunicar semejante tragedia a los amigos? ¿Por qué no hacer del conocimiento de esas amistades que su amigo, el mismísimo heredero de la muy productiva hacienda y la vastísima fortuna familiar, hombre joven, atractivo y cabal, había recién perdido a su (libertina) esposa? ¿Por qué guardarse para ellos una situación que, aunque inesperada y casi dolorosa (por el contexto de la novela…), debería hacerse del conocimiento público?
¿Será que las amistades no eran tan amigas, sino meros conocidos, o parientes lejanos, y ya?
Obviamente esta es solo una telenovela como tantas otras, y en ellas cualquier cosa puede pasar. Sin embargo, en cualquier época histórica, y en cualquier situación de vida, aquellos que sufrimos algún revés o algún éxito en la vida, tendemos a contar nuestras cuitas, nuestras alegrías, nuestros éxitos y nuestras pérdidas primeramente a la familia. Pero luego también a nuestros amigos. Cuánto más en situaciones tan tristes como fue el deceso de esta joven señora de la alta sociedad de aquellos tiempos. O ellos eran muy reservados, o esas amistades no eran tan amigas, entonces.
Pero no caigo en generalizaciones. Cada persona hace de su vida un papalote. Sin embargo, y como sutil ejemplo, aunque en muchas ocasiones tendemos a priorizar el amor entre las parejas, cosa que no es en lo absoluto deshonrosa, creo que no debe dejarse de lado, ni subestimarse, el muy humano deseo de explorar con mayor profundidad las hermosas relaciones platónicas que se dan entre los individuos, y cómo dichas relaciones benefician nuestras vidas y fortifican la felicidad.
Las personas que contamos con la dicha de tener amigos y amigas, tendemos a sentir una mayor satisfacción con nuestras vidas. Y, según mi amiga, la mujer con nombre de diosa romana, aquellos que contamos con cómplices cercanos, pero que no son necesariamente miembros de nuestras familias, tendemos a sentir mayor alegría de vivir.
Puede ser. Puede ser…
Pero no quiero echar sal a la herida. No soy de esas. Porque en los muchos aconteceres de la vida puede ser (y es) que, en alguna situación u otra, existan quienes tengan muy pocos amigos o amigas. O ninguno…
Conozco una hermosa mujer que tuvo varias amistades muy profundas, allende en su juventud. Pocas. No demasiadas. Luego, en el otoño de su vida, estas fueron disminuyendo, de manera tan pausada como el tiempo lo permitió. Pero, por gracia del Que es La Vida, se encontró por casualidad, o por eso que alguien ha llegado a llamar “Diocidencias”, con quien habría de ser su única amiga, mujer de risa contagiosa, vida triste, y esperanzas inmortales. Fatídicamente, ella falleció el día de mi cumpleaños. Este fue un golpe durísimo, obviamente para su familia, pero en particular para la mujer hermosa de la que te hablo, pues su compañera de alma había partido a ese otro plano, tan ignoto como misterioso, al que esperanzadoramente iremos todos, pero al que la mujer que conozco no podía seguir.
Ellas fueron, por muchos años, una prueba fehaciente de que los amigos y las amigas pueden quererse y conectarse tanto y de tal manera, que llegan a ser almas gemelas. La conexión entre ellas era profunda, significativa y tan hermosa como las almas de ambas. Había comprensión, confianza y conexiones compartidas, coronadas con un cúmulo de apoyo incondicional. Ya no hay nada de eso.
Ella, la que se quedó, sabe que cuenta con el ilimitado amor de sus hijas, sus nietos, y sus hermanas. Pero no es lo mismo. La final mudanza espiritual de la que partió nos afligió a todos, y nos caló hasta los huesos, pero no tanto como a la amiga que aún está aquí y que, a pesar del amor que le profesamos quienes la amamos, se quedó con el corazón lleno de vaciedad y vacío de júbilo por un buen tiempo…
Pero por otro lado, efectivamente, algunos de ustedes dirán: “¡Qué hermoso es tener muchos amigos y amigas!” Y mentira no es. Los lazos sociales entre los círculos de amistad, sobre todo en aquellos que tienden a ser más abundantes, aumentan nuestra felicidad y nuestros sentimientos de pertenencia y propósito. Tener muchos amigos nos hace sentir (porque así me he sentido yo también) parte del mundo. Además, una red amplia de amigos brinda compañía y mayores oportunidades para comunicar opiniones y obtener enfoques variados.
Sin embargo, una amiga que no veo desde hace mucho, pero con la que tengo una relación fresca y actualizada en redes sociales, me dijo un día que tener muchos amigos es como no tener ninguno. Aquí, ni siquiera aplicaría el desabrido y poco comprometido término de “amistades”, sino el de meros conocidos.
En un círculo de amigos de grandes dimensiones, ¿acaso es necesario compartir los secretos con todos ellos? ¿A todos se les quiere por igual? ¿Son todos de nuestra absoluta confianza? ¿Los conocemos bien a todos? ¿Todos nos conocen bien? Puede ser que la respuesta sea afirmativa para cada pregunta. Pero aún en los grandes grupos de amigos/amigas, incluso si juran quererse y conocerse, habrá siempre almas que encuentren conexión con unas más que con otras.
Ahora bien. No existe regla alguna que indique el número fijo de amigos que uno deba tener. Mientras se elijan sabiamente, claro está. Por experiencia propia me atrevo a decir que, aunque mis amigos abundaban en la juventud, y el número ha mermado significativamente, algunos de ellos permanecen en el corazón.
Mientras más pasa el tiempo, y nos hacemos menos jóvenes, el número de amistades suele reducirse a sólo unos cuántos. Supongo que esto se debe, mayormente, a la disminución de la energía y el tiempo para las relaciones sociales, el doloroso pero natural rompimiento de las relaciones debido a cambios en la vida o en la ideología, o bien, a que nuestros estándares al respecto de las amistades significativas han cambiado, y han madurado junto con nosotros, y ahora están en nuestro mismo nivel emocional.
En la cincuentena de mi vida, descubro que las amistades que me llenan el corazón no están ahí por la cantidad, sino por la profundidad de su presencia en mi vida. Aquellas pocas, pero firmes, amistades que están entrelazadas con las fibras de mi corazón, tienen un valor incalculable.
Por eso: ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! Primero al Que es La Vida por haberme permitido conservar las viejas amistades, y haber puesto otras nuevas en mi camino, como un maravilloso y oportuno regalo.
Y ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! A quienes han llegado a acompañarme en la vida, pues me han hecho más ligeros los días difíciles y más luminosos mis momentos de alegría.
Mi deseo es que, a pesar de los tiempos, estos lazos permanezcan fuertes y duraderos, y que vayan creciendo con el tiempo y resistiendo cualquier distancia o circunstancia. Y con el mismo corazón agradecido, deseo que estas amistades sigan floreciendo por mucho tiempo más, para que juntos podamos seguir compartiendo la alegría de vivir, la dicha de aprender y el placer de caminar juntos.
Tu amiga,
Miss V.



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