top of page
Search

A VECES EN LA LUZ. A VECES EN LA SOMBRA.

Writer's picture: yesmissvyesmissv


De entre las muchas personas que conozco, conozco una en lo particular que, aunque suene gastado porque todos conocemos a un foco personificado, irradia mucha luz en donde quiera que se plante. Aunque por muchos años estuvo viviendo lejos de su familia, ella fue, y ha sido, la persona favorita de los suyos y de tantos otros. A pesar de sus elevadas creencias y sus intensas opiniones, mismas que con el tiempo se han vuelto más inamovibles y reacias que antes, y que a veces contrastan formidablemente con las nuestras, esta mujer no deja de ser un dechado de virtudes, buenas obras y dulces palabras para quien sea que se dirija a ella.


El foco que representa, sin embargo, no siempre está encendido. Nadie en sus casas tiene los focos encendidos siempre, aunque quiera.


Su luz, como la de cualquier otro foco incluso menos potente, a veces parpadea y se sume en una repentina, pero breve, oscuridad. Oscuridad de la que sale casi tan rápido como entra. Es decir, ella es una persona con mucha experiencia de vida en muchas cosas, pero muy poca en otras tantas, a pesar de su edad. Es muy amada por muchas otras personas y, hasta cierto punto, despreciada por algunas otras, a pesar de sus muchas cualidades.


Para algunos su presencia trae paz; sus palabras, calma; y sus manos, fortaleza.


Para otros, su presencia incomoda, aturde, fastidia.


Pero puede ser que así seamos muchos.


Sin embargo, para mí, ella es una persona con más virtudes que imperfecciones. Aunque, seguramente, ella tiene las mismas dualidades de cualquier otra persona, es posible que me ciegue el cariño que siento por ella. Por eso, quienes la amamos, siempre veremos con mucha más claridad sus aciertos que sus yerros. Como suele ocurrir con todas las personas que admiramos.


A pesar del brillo que sale de su corazón, de su mente y de su mirada, a pesar del afecto que no puede ocultar por los otros, y a pesar del apoyo que representa para muchos de nosotros, sus familiares más cercanos, ella lleva en su alma y en sus memorias la pesada carga de una oscura historia plagada de abusos verbales, decisiones apresuradas, y sentencias inflexibles de los que fue mártir involuntaria, junto con su madre, y sus hermanos y hermanas.


Ella recuerda bien este tétrico y miserable episodio de su vida y, aunque no intenta ocultarlo, tampoco es algo que le agrade estar publicando. Creo que es obvio. A nadie nos gusta revelar los pasajes más oscuros de nuestras vidas, nomás así porque sí. Por lo menos, no con cualquiera.


De muchas maneras, a lo largo de su vida, ella ha intentado resistir y salir de su propia oscuridad. Como la mayor de las hermanas, así la educaron. O mejor dicho, la adiestraron (como han adiestrado a muchas otras personas) para ser un halo de luz para su propia apagada familia. Y, con ese corazón tan grande que tiene, en el que le caben casi todas las personas que llegan a su historia, ella ha puesto mucho de su cosecha. Así lo ha hecho toda su vida. Y ahora, ya no puede no ceder. Siente que no debe. Pero no es la única. Muchos lo hacemos también. Aunque en nuestro corazón no quepan tantos como en el de ella.


La mujer de la que te hablo procura regalar a los demás, como yo lo he hecho incontables veces, su mejor sonrisa, su mejor trato, y sus mejores palabras. Pero a diferencia de tu servidora, que a veces no está de humor para tolerar a otros, no creas que hay cansancio ni irritación en ella. Su sonrisa, su trato y sus palabras son hermosos y verdaderos. En su intención cada uno de ellos llevan amor y bondad.


Pero ella, al igual que yo, y que tantos otros y tantas otras, prefiere sacrificar su oscuridad en favor de la tranquilidad de otros. Aun cuando estos otros estén sumidos en su propia penumbra.


En lo personal, y a pesar de los años transitados por este plano, no conozco a nadie a quien le guste la oscuridad de otros. Nadie disfruta de la compañía de alguien triste, negativo o enojado, aunque ese alguien no pueda controlar su pesadumbre. No sé si te pase a ti, pero a mí, a veces, no me satisface estar en un entorno oscuridad, rodeada de gente quejumbrosa. Pero no me queda de otra. Resulta que en mi propio entorno, hay gente (yo incluida) que, de vez en cuando, descubre que su oscuridad es más cómoda que su luz.


En este tenor, tampoco conozco a nadie que se deleite en la perenne oscuridad de la propia alma, aun cuando sea nuestro traje de diario. Porque si bien nuestra cara y nuestro corazón, o hasta nuestra ropa, puedan gritar “melancolía”, siempre buscaremos fulgurar, aunque sea instintivamente, aunque sea brevemente, para otros. La felicidad, o la tranquilidad, irremediablemente nos llaman, aunque a veces sea nuestro propio corazón el que nos quiera detener. 


Pero a mí, que soy una dualidad viva y latiente, que a veces soy como un farol flameante, rebosante de riquezas; otras, un sombrío sótano, desierto de deseos, se me olvida que no siempre mi cara o mis palabras reflejan lo que hay en mi corazón, en mi vida personal, o en mi historia. Sin embargo, para el resto de la gente, siempre busco, aunque no necesariamente siempre lo deseo, verme feliz y despreocupada.


Casi siempre me da pena admitir que, así como esa persona que conozco y que irremediablemente llevo en el corazón, yo también soy una dicotomía de luz y de sombra. Y que, a veces, mientras más luz pretendo irradiar, mayor es la oscuridad que me aqueja. O sea, puede que en ocasiones, la luz que me propongo exhibir sea tan grande como la sombra que pretendo encubrir.


En qué medida, o en qué porcentaje muestro mi luz o mi sombra, es cosa mía, como indiscutiblemente será cosa de cada quién. Pero esa es una responsabilidad personal que siempre he temido confrontar, porque me asusta no sabe manejar, en un momento dado, el porcentaje de luz y/o sombra que debo mostrar; pues sin mi consentimiento, ambas luchan una contra la otra (muy desgarradoramente para mí), por mostrarse abiertamente. A veces en los momentos menos esperados, o los más inapropiados.


Aunque acepto que no hay un lugar en el que vea mejor mi dualidad luz-sombra que en la intimidad de mi casa, o cuando voy manejando…


Lo cierto es que la una no existe sin la otra. No siempre puedo ser luz. No siempre puedo ser sombra. Esta extraña pero necesaria bifurcación del ser, se resguarda en mi mente, en mi instinto, y en mi esencia; y, aunque mayormente se enfrenten a muerte, a menudo se abrazan y se acurrucan de tal manera que se llegan a confundir. Esto termina por abrumarme y me fuerza, irremediablemente, a inclinarme por una más que por la otra.  


Ahora bien. Mi oscuridad no necesariamente se limita a lo meramente emocional. También tengo adentro otras oscuridades. Éticas. Mentales. Espirituales. Corporales…Hasta laborales. Pero con toda seguridad también tengo las mismas luminosidades.


Y todas ellas duelen.


Y todas ellas alivian.


Y a todas ellas trato de esconderlas.


Y a todas ellas trato de exhibirlas.


Esta dualidad no es engaño.


Esta dualidad no es eludible.


Pero ¿qué tiene de malo tener luz y sombra a la vez?


Nada.


O a lo mejor soy yo la que, muy cómodamente, quiere creer que nada.


Supongo que todos los seres humanos, no importa cuán divinos o cuán profanos, tenemos luz y oscuridad dentro de nosotros. También creo que esta dicotomía es similar a la de la alegría y la pena, de la que también ya escribí en algún momento. La una no se conoce, ni se comprende, sin la otra.


Sin embargo, también advierto que, cuanto más me domina la ignorancia, cuanto más me esclaviza la hostilidad, cuanto más me somete la indolencia, mayor es mi oscuridad, y mucho más difícil es sacar mi luz a la luz. Por otro lado, mientras más influye en mí la razón, mientras más obra en mí la humildad, mientras más actúa en mí la pasión, mayor es mi fulgor, y mucho más fácil es echar mi sombra a la sombra.


Lo que me recuerda algo que decía mi querida abuelita: “lo que de noche se hace, de día aparece”. Ella por supuesto se refería a que todo lo que se hace a escondidas, con el tiempo se revela. Pero yo creo que también tiene que ver con el hecho de que todo lo que se mueve en nuestra oscuridad, y tratamos de esconder con desesperación, habrá de hacer su aparición pública en algún momento dado.


Una amiga a la que estimo mucho, me dijo que la dupla luz-oscuridad es, básicamente, una cuestión de autocontrol. Si permitimos que el triduo formado por la pena, el ímpetu y la ignorancia obre en nosotros, llegaremos a una vida que puede tener tanta felicidad como congoja. O bien, podemos obrar sobre nuestras pesadumbres, guiados por el que es la Vida, y eso nos trasladará, irremediablemente, a la felicidad y satisfacción constantes. Eso dijo ella.


Pero yo escuché que nadie tenemos por qué dejarnos caer exclusivamente en la oscuridad durante el recorrido de nuestra historia, aunque haya muchos pasajes oscuros en ella, y a veces hasta sean más cómodos y seductores que la luz. Pero como lo mencioné antes, una no existiría sin la otra. Tanto la luz como la oscuridad contribuyen a la formación del alma, del corazón, y de la mente.


Honro y enaltezco la virtud de la luz, pues trae calma y felicidad a mis sentidos; me acerca a un estado de elevación emocional en el que es más fácil (o menos difícil) amar sin ataduras, con la conciencia plena del amor personal, pero también por el otro. Sin embargo, y con mucha frecuencia, es en mi oscuridad en donde aprendo a valorar mi luz, y en donde aprendo más lecciones de vida.


Y aun así, a pesar de saber que la luminosidad es el estado ideal, todavía me siento tentada a buscar un recoveco de oscuridad en el corazón para encontrar seguridad, o autocompasión, cuando me siento agria y frágil.


Pero proteger las ventanas de mi vida con cortinas extra, y acurrucarme debajo de cualquier manto de oscuridad, a veces no es suficiente. En cambio, es en la luz de la vida propiciada seguramente por El que es La Vida, donde encuentro el mayor refugio, la mayor calma. El mayor respiro.


Eso creo.


A veces en la sombra, pero buscando siempre la luz,


Miss V.

8 views0 comments

Recent Posts

See All

Comments


© 2023 by The Book Lover. Proudly created with Wix.com

Join my mailing list

bottom of page