top of page
Search

¿A QUÉ HORA SALES POR EL PAN?

Writer's picture: yesmissvyesmissv


PARTE 1. EL INICIO


COLOQUIO 1

¿Quién habrá asaltado la panadería que hay tanto bizcocho suelto?

(Enero 2024)


-        “¡Ay, Dios! ¿A qué hora sales por el pan, Pau?”

-        “¿Qué?”

-        “¿Qué a qué hora sales por el pan?”

-        “¿A dónde o qué? No te entiendo, Miguel. ¿Qué traes? ¿Cómo que a qué hora salgo por el pan? ¡Yo ni como pan!”


Y el pobre Miguel se quedó ahí, con la cara seria, porque Pau no le entendió a ese piropo tan fuera de uso.


FIN.


 

COLOQUIO 2

Tu mamá ha de ser repostera, porque un bombón como tú no lo hace cualquiera. (Febrero 2024)


-        “Ahorita regresamos. Sofi y yo vamos a las quesadillas. ¿Quieren algo?”

-        “No te vaya a dar el sol, nomás, Dany.”

-        “¿Por qué?”

-        “Porque los bombones de derriten con el sol…”

-        “¿Eso qué, Jorge?”


Y el pobre Jorge se quedó ahí, con la cara seria, porque parece que Dany no se sintió muy cómoda con esa flor.


FIN.


 

COLOQUIO 3

Dios debe estar distraído, porque los ángeles se le están escapando.

(Febrero 2024)


-        “Hasta mañana”

-        “Sale. ¡Que sueñen con los angelitos! ¡Jajajá!”

-        “Mejor sueño contigo, Fer. Al fin que es lo mismo”

-        “¿Qué onda, Leo? Bye.”


Y el pobre Leo se quedó ahí, con la cara seria, porque aparentemente no había tanta confianza como para ese galanteo.


FIN.


 

Según me cuentan mis tías, hace muchos años, en sus épocas de juventud, los cumplidos, las flores o los piropos eran, no sólo bien vistos, sino hasta fomentados, muy en lo particular, por la persona que recibía el piropo.


Dice una de ellas, la que más novios tuvo (aparte de mi mamá), que los piropos de antes eran bonitos y ocurrentes. No que los de hoy… También dice que esos halagos viejos eran galanterías concretamente lanzadas por un hombre (y a veces por una que otra atrevida) al objeto de su afecto, cuya intención era acercarse, por el momento, a platicar, y ya después veríamos.


Preguntar a qué hora va una por el pan, recomendar que no se vaya una caminando bajo el sol para no derretirse, y decir que soñar con los angelitos es lo mismo que soñar con una, son expresiones tan inocentes, pero tan arcaicas, que hoy parecieran haber perdido todo el bello sentido de su coqueta estructura. Sobre todo, entre gente tan “millennial” y “centennial” como mis modernos alumnos. Y uno que otro equis, como su servidora.


Ahora bien. Sin importar la época, no a todos nos gustan los piropos y, obviamente, no a todas nos gusta recibirlos de cualquiera que se atreva a coquetear con tremenda desfachatez.


Mi mamá, por ejemplo, era un caso extremo. Ella era un témpano en cuanto a socializaciones románticas se refería. Y recibir un coqueteo de la índole arriba mencionada, en cualquier situación, hasta con sus incontables pretendientes (ya no digo sus múltiples novios), la volvía de piedra, y acababa alejando, con la cola entre las patas, al piropeador que, por galante, perdía su oportunidad con ella.


Los ejemplos que redacté arriba, son ejemplos de a deveras que me tocó escuchar de unos grupillos de alumnos gritones, todos adultos, pero todos acomodados en una extravagante situación social, en la que se usaron un número de candorosos piropos, con palabras mejor elegidas, aunque no por ello menos pícaras.


Cierto. Las épocas han cambiado, y también mi tía ya está algo entrada en años.


 

PARTE 2. EL APOGEO


COLOQUIO 1

Pan es pan, queso es queso, y no hay amor si no hay un beso.

(Enero 2024)


-        “No. Porque cuando le platiqué a mi mamá lo que me había dicho Miguel, de que a qué horas iba por pan, o no sé qué, primero se rio, y luego me dijo que eso se decía antes.”

-        “¿Para qué?? ¿Para encargarles pan, o qué?”

-        “¡No, mensa! Porque antes los papás no dejaban salir a sus hijas, y sólo podían salir cuando las mandaban a comprar pan para cenar. O sea, cuando iban a la panadería, ¿no? Y el chavo te preguntaba que a qué horas ibas por el pan, para encontrarte en el camino y acompañarte.”

-        “Ay, pero hace como cien años ¿no?”

-        “No sé. Mi mamá no me dijo hace cuánto.”

-        “No, pos’… sabe. Igual, qué raro...”


FIN.


 

COLOQUIO 2

Qué adelantada está la ciencia, que hasta los bombones caminan.

(Febrero 2024)


-        “Es obvio que le gustas a Jorge, Dany. ¿Te acuerdas de lo que te dijo el otro día?”

-        “¿De qué? ¿De que se derriten los bombones con el sol, y eso?”

-        “Ajá. Mi tía Laura es la hermana mayor de mi mamá, y ella me dijo que, o sea, sí fue medio atrevido, pero no te lo dijo abiertamente. O sea, si eres un bombón para él es porque le gustas. ¡O te le antojas!”

-        “¿Eso qué, Sofi??

-        “A ver. Cómo es un bombón. Está rico, está suavecito. Es dulce…”

-        “¡Sofi! ¡Ya!”

-        “¡Eso me dijo mi tía! ¿Yo qué?”


FIN.


 

COLOQUIO 3

¿No te dolió cuando te caíste del cielo?

(Febrero 2024)


-        “O sea, claro que sé lo que significa que te digan que ‘sueñes con los angelitos’. Mi mamá nos lo decía cuando éramos chiquitos, cuando ya nos íbamos a dormir. Y yo se lo dije a Leo y a Toño cuando ya nos íbamos. Así nomás. Por decirlo. ¿Sí te acuerdas? Es como que te están deseando que duermas bien, ¿sí sabes? O tranquila. No sé.”

-        “O sea, sí, Fer.” Pero, a ver… ¿qué representa un angelito? Paz, ternura, y así ¿no? O sea, algo bonito. Y si Leo te dijo que soñar con los angelitos era lo mismo que soñar contigo, pues…”

-        “No manches. ¿Qué onda con Leo??”

-        “Pos’ no sé. ¡Tú dime!”


FIN.


 

Los piropos han cambiado drásticamente a lo largo de los años, debido al inagotable cambio cultural del que a todos nos toca un pedazo, aunque no queramos. Los piropos de hoy, y esto no me lo dijo mi tía, sino que lo pienso yo, tienen tal contenido erótico, que el día que alguien utiliza un piropo viejo, con la dulzura propia del halago en cuestión, nadie sabe qué hacer. Mucho menos, nadie de estas generaciones tan modernas.


Después de una breve investigación en el buscador más chipocludo del Internet, sustentado por el diccionario más maltratado de la red, descubrí que la palabra piropo proviene de la voz latina “pyropus”, la que proviene a su vez del griego “pyropos”, donde “pyr” es fuego y “ops”, es equivalente a “sentimientos”, lo que significaría, de manera burda, "fuego en los sentimientos". Entonces podemos concluir que la idea de lanzar un piropo, que tenía al enamorado con el corazón ardiendo era, también, enrojecer la cara del lado receptor del piropo.


Muchas caras se siguen enrojeciendo, es verdad. Pero no a fuerza de escuchar palabras bonitas. Sino de escuchar tantas barbaridades, que a veces ruborizan al más atrevido. No culpo a los nuevos “cantantes”, por ejemplo, que se autocalifican como románticos, aun cuando sus canciones están cargadas de descarados mensajes meramente eróticos. La manera en la que un hombre se dirige a una mujer, y viceversa es, primordialmente, cuestión de principios, canción grotesca o no. Culpo a quienes han decidido cambiar la variada selección de finas frases por una miscelánea colección de palabras ofensivas. Y culpo más todavía a quienes no sólo aceptan semejantes expresiones, sino que hasta las incitan.


Cierto. Las épocas han cambiado, y parece que yo ya me estoy haciendo vieja.


 

PARTE 3. EL DESENLACE


COLOQUIO 1

Eres como el pan: te me antojas a cada ratito.

(Febrero 2024)


-        “Hola, Miguel. ¿A que no adivinas qué te traje?”

-        “Hola, Pau. ¿A mí? No, pos’ no sé. ¿Qué?”

-        “Un pan. Un polvorón.”

-        “¿Por qué?”

-        “Por lo que me dijiste el otro día. ¿Sí lo quieres, o no?”

-        “Sí, gracias. Lo que te di… ¿Qué te dije? ¡Ya ni me acuerdo!”

-        “Ay, bueno. No importa. Luego te acuerdas. ¡Bye!”


Y el suertudo de Miguel se quedó ahí, con la cara sonriente porque, aunque otrora obtuso, el muchacho comprendió repentinamente el significado del pan que le regaló Pau.


FIN.


 

COLOQUIO 2

Quiero que seas el caramelo que endulce todos los días de mi vida.

(Marzo 2024)


-        “Hola, Jorge. Mira. ¿Quieres?”

-        “Hola, Dany. ¿Qué es?

-        “Son bombones. ¿Quieres?”

-        “A ver. Sí. Gracias.”

-        “Nada más que éstos no se van a derretir con el sol, como me dijiste el otro día.”

-        “¿Lo que te dije? ¿De qué?

-        “Ay, bueno. No importa. Cuando te acuerdes, me avisas. Te los dejo. ¡Bye!”


Y el afortunado Jorge se quedó ahí, con la cara radiante porque, con cada bombón que se comía, el muchacho recordaba perfectamente lo que, el otro día, le había dicho a Dany.


FIN.


 

COLOQUIO 3

Los ángeles están celosos porque ahora sueño contigo.

(Marzo 2024)


-        “Hola, Leo. ¿Puedes checar la portada de la presentación, porfa?”

-        “Hola, Fer. Sí, a ver…

-        “Es un ángel.”

-        “¿Por qué un ángel, o qué? No tiene nada qué ver con el tema, ¿o sí?”

-        “No, pero si quieres puedes soñar con él. Se llama Fer…”

-        “¿El ángel se llama Fer? ¿Como tú? No, no te entiendo…”

-        “No importa. Si quieres puedes cambiar la portada. ¡Bye!”


Y el sorprendido Leo se quedó ahí, con la cara risueña porque, aunque había decidido olvidarlo, el muchacho despertó de pronto, y Fer le seguía pareciendo tan angelical como siempre.


FIN.


 

Cuando alguno de mis amores platónicos tiene a bien echarme una flor, más por amabilidad que por querer algo conmigo, no solamente lo permito, sino que hasta pienso que ya se había tardado.


Cuando un amigo mío, más por el cariño que nos une que por otra cosa, me dice que soy linda, no solamente lo permito, sino que hasta le aplaudo el buen gusto.


Cuando cualquier otra persona, compañero de trabajo o no, se deshace en adulaciones, más por hacerse el chistoso que por su honestidad, amistosa y abierta como soy, no sólo no lo permito, sino que las repruebo abiertamente.


Sí. Los piropos tienen su lado seductor, y por ocurrentes, tal vez un lado simpático. Pero eso no significa que no puedan llegar a sentirse como acoso por parte de quien los recibe. Por otro lado, los piropos barriobajeros, esos que se dicen en la calle, en el transporte público, o hasta en un entorno habitual, mientras provengan de personas completamente desconocidas, o de personas conocidas sin permiso de socializar de más, no importa lo que digan, pueden ser considerados acoso.


Evidentemente hay de piropos a piropos. Que me pregunten a qué hora voy por el pan, no tiene nada qué ver nada con las majaderías que hacen alusión a alguna parte de mi cuerpo, que si bien (y mucho menos a mi edad) no es atractivo, a cualquier descastado eso le importa poco.


Las tres niñas de las que platiqué arriba, una vez que escucharon los viejos piropos, se pusieron inmediatamente en alerta. Hasta a la defensiva, si se me permite el término. Tal vez porque, con lo que vivimos las mujeres hoy en día (hasta su servidora que ya no es depositaria de casi ningún piropo a estas alturas) esos piropos bonitos e inocentes, pero también arcaicos, fueron completamente inesperados. Por suerte para ellos, aun cuando las románticas frases venían de amigos de quienes no se esperaba nada, esta situación tuvo un final feliz para todos.


Los piropos decentes y bonitos no deberían pasar de moda. Ciertamente, a todos nos gusta un amor bien correspondido, con sinceridad. Con ganas. Romántico. Tal vez hasta dulzón. Pero por algún lado se tiene que empezar.


Cierto. Las épocas han cambiado y, como acabo de constatar, a todos nos sigue gustando escuchar palabras bonitas.


 

Quién fuera reloj, para ser dueña de tu tiempo.

Miss V.

35 views0 comments

Recent Posts

See All

Comments


© 2023 by The Book Lover. Proudly created with Wix.com

Join my mailing list

bottom of page