8 DE MARZO
- yesmissv
- Mar 8, 2023
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Updated: May 2

Cada año el 8 de marzo conmemoramos, sin que éste sea la excepción, el Día Internacional de la Mujer. Esta conmemoración, sin embargo, no es una celebración alegre. Las raíces históricas de este aniversario, cada vez más visible, son aquella tragedia en la industria textil que trajo consigo una más cercana observación a los derechos laborales de las mujeres.
La primera vez que tuve conocimiento de la existencia de este día, recibí flores por parte de mi empleador. De ésto, ya hace un rato. La directora, parada en la puerta de la entrada, junto con otra flotilla de maestras, cada una con un ramo enorme de rosas, nos iban entregando una flor a cada mujer (mamá o maestra) y a cada niña (de secundaria o preparatoria) que íbamos entrando. Y a todas, nos iban diciendo, con sonrisas grandes, y algo llenas de orgullo “Feliz día de la Mujer”.
Amable como soy, le di las gracias, tomé mi rosa, y me encaminé a la sala de maestros. Y el día transcurrió normalmente. Sin pena ni gloria. Por favor, no me malentiendas. Mi papá y mi mamá, con la enseñanza que ellos a su vez recibieron de sus respectivos papás y mamás, me enseñaron que, a toda felicitación, debo contestar “gracias”. Y, aún a mi edad, y por mi generación, seguramente iré aprendiendo mucho más con el paso del tiempo.
Después, en otros momentos del día, y en otros lugares de la ciudad, vi a otras personas (casi todos hombres) repartiendo rosas, claveles, margaritas. Hasta manzanas… En las redes sociales también había felicitaciones por ser “los seres más hermosos de este planeta”, por ser “unas guerreras y luchadoras incansables”, y muchas otras con su frasecilla gastada, “por el simple hecho de ser mujeres”...
Nada ofensivo ni malo había en las felicitaciones, las flores o el Facebook. Todas eran inocentes ofrendas celebratorias. Pero que quede claro que nadie, yo incluida, sabíamos bien a bien, qué era este festejo. Este aniversario. Esta conmemoración.
Pero aún después de tantos años de conmemoración de la causa, no me enoja que me feliciten, como otras mujeres que, en cuanto escuchan “felicidades”, se quieren dejar ir a la yugular del interfecto. Dan ganas.
Pero me pongo en el lugar del felicitador, mismo en el que yo estuve alguna vez: el de la ignorancia del conocimiento del trasfondo de la conmemoración.
Ciertamente, el movimiento de mujeres necesita más hombres (y más mujeres) que lo apoyen, lo conozcan y lo reconozcan. Pero nosotras necesitamos el respaldo, la búsqueda (y el encuentro) de la equidad, y la igualdad, y no sólo la felicitación por ser “los seres más hermosos de este planeta”, por ser “unas guerreras y luchadoras incansables”, y muchas otras con su frasecilla gastada, “por el simple hecho de ser mujeres”...
Porque el objetivo de este día no es cortar cabezas, o ir directamente contra la yugular del felicitador. Es crear discusiones, agitación, y (esperanzadoramente) alianzas, en torno al tema en cuestión.
Felicítame, si así lo sientes tú. Y regálame flores, chocolates, o tacos, si quieres, aunque no sea exactamente día para eso.
Felicítame, si así lo sientes tú. Y yo recibiré y agradeceré tus felicitaciones con el corazón. No porque así me lo enseñaron. Sino porque quiero.
Felicítame, si así lo sientes tú. Y mi respuesta siempre será: “Gracias. Pero no te detengas sólo en la felicitación, sino asegúrate de avanzar en la lucha (nuestra lucha) por la igualdad y la equidad.”
Con fuerza,
Miss V.
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